¡No se me quejen más por la falta de actualización! Más o menos una vez por semana algo nuevo voy escribiendo, pero se me complica sentarme delante de la computadora porque el niño está fascinado con ella y viene corriendo hacia mí cada vez que me acerco. Por otro lado, se aburrirían si leyeran todos los días "Hoy cambié cinco pañales con regalito y di 3 mamaderas". Básicamente mi vida durante la semana es esa, pero...
...Este fin de semana que pasó hubo un poco más de acción y me fui a esquiar con un grupete, a saber: Yanina y Juan (argentinos), Federico y Vanina (argentinos), Paola y Alberto (mexicanos), Gastón y yo. María Pazo se quedó con Lautaro.
A las 7 am partimos para Mount Saint Louis, a unas 2 horas de Toronto, todos juntitos en una mini van. No voy a contar el minuto a minuto porque no es de lo más interesante. Llegó la hora de alquilar equipos. A mí me recomendaron los snowblades (esquíes cortitos y sin bastones). Todas las chicas estábamos con los blades y los hombres con el snowboard. Todos sabían, porque lo había repetido muuuuuchas veces, que yo no había esquiado nunca. Confié en el sentido común de toda esa gente y me subí con todos a la pista de principiantes sin haberme subido en mi vida arriba de unos esquíes. Yo, tranquilita y confiada en que los que sabían me ayudarían, me subí a la silla, pero por supuesto, al momento de bajar, me caí. Una vez arriba me preguntan si yo no había esquiado nunca. Claro, ¿no se los dije todo el tiempo, toda la semana? Cuestión, que terminé bajando a pie y me fui a cambiar el paquete que había sacado, por uno con una clase (cosa que tendría que haber hecho desde el principio, pero yo confiaba en la gente). Hasta que se hizo la hora de la clase, me quedé con Yanina, que estaba esperando a que Juan terminara su clase de snowboard y ella me dio las explicaciones básicas. Después nos fuimos a comer y de regreso me fui a mi clase. Tuve una clase particular, porque las más populares habían sido a la mañana. Una clase particular sale USD 60, pero yo con el paquete pagué solamente USD 3.40. En realidad la clase era grupal, pero bueno, no había nadie. Así que tuve mi clase y sólo me caí dos veces. Una de ellas me tiré porque no podía frenar y temía por la vida de los demás. Al finalizar, me podría haber quedado practicando, pero yo consideré que había sido suficiente para mí y me quedé mirando a los niños de 3, 4 y 5 años que bajaban tranquilitos y sin caerse. Me lo imaginaba a Lucas ahí, hecho un experto, enseñandole a la tía a hacer "casita" (la familia comprenderá bien lo que quise decir).
Después me fui a ver por dónde andaba la gente y me enteré que Yani, la que me había dado los primeros tips, había tenido un accidente: uno que estaba haciendo snowboard se la llevó por delante y con la table le cortó hizo un corte en la cola, así que Gastón, ella y Juan habían partido al hospital. Me quedé dando vueltas por ahi, me fui a tomar algo hasta que todos terminaron de equiar y Gastón nos fue a buscar. Pasamos por el hospital a buscar a Yanina y a Juan. Debo comentar que el hospital público canadiense es mejor que el Sanatorio de la Trinidad en Buenos Aires y la parte de la confitería, parecía un patio de comidas de un shopping. Impresionante. El servicio imagino que es bueno, pero me dijeron que tienen hospitales muy buenos aunque no médicos para trabajar en ellos.
Ayer tuve una reunión de fin de año en la casa de otro matrimonio argentino que hace 15 años creo que están acá. Seguí comiendo. No puedo más. Que diciembre se termine de una vez, porque no hago más que comer.