Para recuperarme del cansancio producido por la visita del abuelo Pazo, ayer salí de juerga. Motivo: cumpleaños del señor Fede. Parece que este sujeto no suele celebrar su onomástico, sin embargo este año cambió de opinión -no sé qué rubia debilidad habrá tenido la culpa- y hubo festejo nomás.
El ágape transucurrió en la casa de la señorita Vicky, quien gentilmente y sin saber muy bien lo que hacía, ofreció su casa para que estuviéramos todos acompañando a Tutanka (como lo denomian algunos). Se comieron unas ricas hamburguesas preparadas en la famosa barbacoa que se utiliza por estos lados -nada de parrillita con carbón, ni ramitas, ni cajón de verdulería, sino garrafita- y disfrutamos de unas ricas tortas: cheescake de dulce de leche, tradicional y torta de chocholate. Como no podía ser de otra manera, no faltó la bebida de Baco, que no sólo es el vino, sino también la cerveza. Alguno que otro tomó Coca-Cola, pero la mayoría agarró su botellita. Por supuesto, el señor Fede tuvo un trago especial que fue ingerido durante una emotiva ceremonia en la cual cada segundo era un trago y al mismo tiempo un año vivido.
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